Metabolismo del potasio, hipopotasemia e hiperpotasemia

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Metabolismo y balance del potasio

El potasio regula la excitabilidad neuromuscular mediante su contribución con la generación y conducción de biopotenciales eléctricos. Asimismo, participa de diversos procesos biológicos relacionados con el metabolismo celular. El 98% del potasio corporal se encuentra en el compartimiento intracelular. El 2% restante determina la concentración extracelular normal de potasio, que varía según la edad (Tabla 3.1). Los recién nacidos y menores de 1 año poseen valores de potasio extracelular más altos por la menor excreción urinaria y menor captación intracelular de este ion (v. más adelante).

Tabla

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El contenido corporal de potasio se regula mediante el balance externo, mientras que la capacidad del potasio, es decir, la habilidad para mantener el potasio en el compartimiento intracelular, depende del balance interno. En base a la combinación de ambos balances se regula la homeostasis de este ion. Esta interacción puede verse de manifiesto luego de una ingesta rica en potasio. Para mantener el potasio extracelular normal, la excreción urinaria aumenta por mecanismos dependientes e independientes de la aldosterona (v. más adelante), y la insulina estimula su pasaje al espacio intracelular.

Cabe destacar que la distribución desigual del potasio entre el espacio intracelular y extracelular crea una relación no lineal entre el potasio corporal total y el potasio plasmático (Figura 3.1).

Gráfico

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La depleción del potasio corporal ocasiona un menor cambio del potasio plasmático que su exceso. Esto puede explicarse por la capacidad del potasio intracelular de restituir los déficits extracelulares. En cambio, la correlación entre el potasio plasmático y el exceso de potasio corporal es más lineal (v. Figura 3.1). Este fenómeno pone de relieve la menor capacidad biológica para amortiguar el exceso de potasio, que puede conducir rápidamente al desarrollo de hiperpotasemia (v. más adelante).

Al igual que con el sodio, el crecimiento somático se acompaña de un aumento del potasio corporal, que aumenta de 8 mEq/kg al nacimiento a 43-49 mEq/kg en la edad adulta. Para que esto sea posible, el balance externo debe ser positivo. Esto se logra durante la vida posnatal gracias a una mayor absorción intestinal y a la menor excreción renal. Cuando el crecimiento somático finaliza, el balance externo de potasio debe ser neutro.

Balance externo Como fue mencionado, el contenido corporal de potasio depende del balance externo, es decir, el balance entre los ingresos a través de la dieta (o soluciones parenterales) y los egresos a través de la orina, el tubo digestivo y el sudor.

Los requerimientos diarios de potasio son entre 2-3mEq/kg/día. El tracto gastrointestinal absorbe el 85% de la ingesta a través de mecanismos específicos de transporte. El riñón es el órgano encargado de su excreción (90%), y es el principal responsable de la regulación del balance externo. Una fracción menor es eliminada por el tubo digestivo (<10%) y el sudor (2%-3%).

Aproximadamente el 90% del potasio filtrado es reabsorbido en el túbulo proximal (60%-70%) y el asa ascendente gruesa de Henle (20%-30%), en forma independiente de la ingesta. El 10% restante alcanza el nefrón distal. En el túbulo colector puede o continuar reabsorbiéndose a través de la bomba H/K ATPasa de las células intercalares, o bien secretarse a través de las células principales. El ajuste fino de este mecanismo determina la magnitud del potasio excretado.

Las células principales pueden secretar potasio a través de dos canales específicos: canales ROMK (Renal Outer Medullary Potassium Channel) y canales BK (Big Conductance), que también se expresan en las células intercalares. La secreción a través de ambos ocurre gracias a la generación de un gradiente electroquímico (diferencia de potencial transepitelial), secundario a la reabsorción de sodio a través del canal ENaC (Epithelial Sodium Channel). Cuanto más sodio es reabsorbido a través de este canal, mayor cantidad de potasio puede ser secretada. Ambos procesos se encuentran regulados, fundamentalmente, por la actividad de la aldosterona. Asimismo, tanto los canales ROMK como los BK aumentan su expresión (up regulation) en respuesta a la hiperpotasemia, por mecanismos dependientes e independientes de la aldosterona.

El canal ROMK secreta potasio en condiciones basales de acuerdo con un ritmo circadiano (es mayor cerca del mediodía y menor durante la noche) y su conductancia depende del magnesio intracelular (v. más adelante). La densidad de los canales BK suele ser baja, su apertura es poco frecuente y están, sobre todo, relacionados con la secreción de potasio estimulada por la velocidad del flujo tubular, la aldosterona y la alcalosis metabólica.

Durante el primer año de vida, varios mecanismos disminuyen la excreción urinaria de potasio. El más importante es la baja capacidad de secreción distal. Se produce por una menor expresión de los canales ROMK y por la ausencia de la respuesta secretora de los canales BK al aumento de la velocidad del flujo tubular. Adicionalmente, la bomba H/K ATPasa de las células intercalares absorbe un 25% más de potasio que el riñón maduro.

Si bien maduran rápidamente luego del nacimiento, la baja bioactividad de la aldosterona y la inmadurez de la bomba Na/K ATPasa favorecen la retención corporal de potasio. La relación entre las concentraciones urinarias de potasio y sodio (UK/U) sigue una relación lineal con la cantidad de aldosterona excretada en la orina. Esto demuestra el aumento progresivo de su producción y sensibilidad tubular. El cálculo del gradiente transtubular de potasio (GTTK) (Figura 3.2 a) constituye una medida indirecta de la actividad tubular de la aldosterona.

En condiciones normales, la fracción excretada de potasio (FE) es entre el 10% y el 15% (Figura 3.2 b).

Tabla

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Relación con el filtrado glomerular

El potasio corporal no suele variar hasta que la tasa de filtrado glomerular (TFG) disminuye por debajo de 20-30 mL/min/1,73 m².Esto se debe a que la excreción de potasio se relaciona, principalmente, con el proceso de secreción tubular. De hecho, la hiperpotasemia suele manifestarse en pacientes anúricos o con oliguria marcada (48.1), en los cuales la reducción del sodio filtrado es tal que la cantidad entregada al nefrón distal no es suficiente para promover la secreción de potasio.

Relación con el equilibrio ácido-base

En la alcalosis metabólica (7) se produce un aumento de la excreción urinaria de potasio. El incremento del bicarbonato plasmático resulta en una carga filtrada que supera el umbral de reabsorción renal. Esto genera una mayor entrega de bicarbonato de sodio al nefrón distal. Como en este segmento del nefrón la reabsorción de sodio es dependiente de la carga, se produce un aumento de la diferencia de potencial transepitelial que favorece la secreción de potasio. A esto se añade el hiperaldosteronismo secundario que suele acompañar a la alcalosis metabólica (p. ej., en la contracción del volumen efectivo circulante), con lo que se amplifica la pérdida urinaria de potasio.

Excreción de aniones no reabsorbibles

El aumento de aniones no reabsorbibles en el nefrón distal (bicarbonato, sulfato, fosfato o cetoaniones) incrementa la electronegatividad intraluminal y estímula la secreción de potasio.

Señalización entero-renal

Se especula sobre la existencia de un eje entero-renal que actuaría rápidamente ante un amento en la ingesta de potasio, sin necesidad de que el potasio plasmático aumente. Estaría relacionado con la disminución de la actividad del cotransportador Na/ClI (NCC) del túbulo distal y los segmentos proximales del túbulo colector, lo que aumentaría el aporte de sodio a los segmentos distales y, por lo tanto, la secreción de potasio.

Balance interno

Si bien el potasio extracelular representa solo el 2% del potasio corporal, el mantenimiento de su concentración dentro de un estrecho rango (v. Tabla 3.1) es muy importante, pues en estado estacionario con otros cationes (sodio, calcio y magnesio) regula la excitabilidad neuromuscular. Pequeñas modificaciones del potasio extracelular pueden tener efectos marcados sobre las células miocárdicas y la función neuromuscular (v. más adelante). ¡Por supuesto! Aquí está el texto extraído de la imagen, presentado en un formato de una sola columna y siguiendo el orden de lectura de izquierda a derecha:

El potasio ingresa a las células por un proceso activo mediado, fundamentalmente, por la bomba Na/K ATPasa. En este estado estacionario, ajusta su salida a través de canales iónicos específicos de acuerdo con su potencial de equilibrio y el estado de polarización de la membrana celular. El balance interno, también llamado capacidad del potasio, implica justamente la capacidad del organismo de mantener el potasio en el espacio intracelular.

Diversos factores afectan el desplazamiento transcelular de potasio. La insulina es la hormona más importante en la regulación del balance interno. A través de la estimulación de la bomba Na/K ATPasa, favorece su translocación al espacio intracelular en el músculo esquelético, riñón, tejido adiposo y sistema nervioso central, entre otros. Este efecto es independiente del efecto sobre el metabolismo de los hidratos de carbono. De manera similar, la estimulación de los receptores By-adrenérgicos aumenta la actividad de la bomba Na/K ATPasa, lo que favorece la captación intracelular. En ambos casos, el efecto es parcial en recién nacidos y niños pequeños, debido a la inmadurez de la bomba Na/K ATPasa. La aldosterona y las hormonas tiroideas ejercen un efecto análogo, y estimulan la captación intracelular de potasio.

El anabolismo, el crecimiento celular y la reparación tisular aumentan la captación de potasio hacia el intracelular, mientras que la hiperosmolalidad (arrastre por solvente), el catabolismo y la destrucción celular favorecen la salida del potasio hacia el espacio extracelular.

Relación con el equilibrio ácido-base

En la alcalemia, ya sea por alcalosis metabólica o respiratoria, la salida de los protones al espacio extracelular (por el aumento del pH) favorece el ingreso neto de potasio al intracelular, con el fin de mantener la electroneutralidad del compartimiento. Este movimiento iónico sigue una relación que implica un descenso de 0,4 mEq/L de potasio por cada 0,1 unidades que aumenta el pH.

En cambio, en las acidosis metabólicas disminuye la cantidad de potasio que ingresa a las células a través de la bomba Na/K ATPasa. De acuerdo con la teoría de Stewart (7), la magnitud de este efecto depende del tipo de acidosis. En las hiperclorémicas, dado que la membrana plasmática en reposo es muy poco permeable al cloro, el menor pH extracelular disminuye el intercambio Na/H, lo cual reduce la entrada de sodio y la salida de protones. Con el menor ingreso de sodio a la célula, la actividad de la bomba Na/K ATPasa disminuye, lo que genera una reducción neta del ingreso de potasio al espacio intracelular. En consecuencia, el potasio aumenta 0,6 mEq/L por cada 0,1 unidades que disminuye el pH. Cuando la acidosis metabólica es por acumulación de ácidos orgánicos (aumento del anión GAP), el efecto sobre el potasio es menos marcado. Puede aumentar en un rango de 0,1-0,4 mEq/L por cada 0,1 unidades que disminuye el pH. Esto se debe a que los ácidos orgánicos pueden difundir pasivamente, en mayor o menor medida, hacia el espacio intracelular. La caída resultante del pH intracelular estimula el ingreso de sodio (intercambio Na³/H) y mantiene la actividad de la bomba Na/K ATPasa, lo que minimiza la acumulación extracelular de potasio. De acuerdo con esta hipótesis, son los cambios en el movimiento del sodio (catión fuerte) los que regulan el balance interno de potasio en el marco de las acidosis metabólicas.

Regulación del potencial de membrana

La relación entre la concentración intra y extracelular de potasio es uno de los factores más relevantes en el establecimiento del potencial de membrana de las células excitables, con particular relevancia en las células miocárdicas.

Durante el potencial de reposo de una fibra miocárdica (-80 mV a -90 mV), la permeabilidad de la membrana plasmática al potasio es muy elevada, lo que le permite abandonar libremente la célula a favor de su gradiente electroquímico. Sin embargo, el valor de dicho potencial no se ajusta exactamente al potencial de equilibrio para este ion (-90 mV a -95 mV) gracias a que pequeñas cantidades de sodio ingresan a la célula.

La hiperpotasemia aguda reduce el gradiente de salida de potasio por aumento de su potencial de equilibrio (de acuerdo con la ecuación de Nernst). Esto despolariza parcialmente la membrana celular y acerca el potencial de reposo al potencial umbral (Figura 3.3), lo que aumenta la excitabilidad miocárdica y favorece el desarrollo de arritmias. Sin embargo, el aumento sostenido del potasio plasmático disminuye gradualmente la velocidad de conducción miocárdica (v. más adelante).

La hipopotasemia aguda, en cambio, disminuye el potencial de equilibrio para este ion, lo que favorece su salida hacia el medio extracelular. Esto aleja el potencial de reposo del potencial umbral, lo que da como resultado una fibra miocárdica menos excitable (v. Figura 3.3).

Gráfico

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Como puede observarse en la Figura 3.3 a, las variaciones del calcio iónico influyen sobre el valor del potencial umbral (4).

Hipopotasemia

La hipopotasemia es una de las alteraciones electrolíticas más frecuentes en los pacientes internados. De acuerdo con su magnitud, se la clasifica en:

  • Hipopotasemia leve: potasio entre 3 y 3,5 mEq/L.
  • Hipopotasemia moderada: potasio entre 2,5 y 3 mEq/L.
  • Hipopotasemia grave: potasio < 2,5 mEq/L.

Con objetivos de categorización de riesgo y de manejo, y dada su elevada morbimortalidad, algunos autores proponen utilizar el término hipopotasemia crítica cuando existen valores de potasio plasmático < 2 mEq/L.

Causas

En términos generales, la hipopotasemia puede ser el resultado de tres mecanismos principales:

  • Aumento de las pérdidas (gastrointestinales o renales).
  • Desplazamiento hacia el espacio intracelular.
  • Disminución de los ingresos.

Los descensos rápidos del potasio plasmático suelen deberse al desplazamiento transcelular, mientras que las alteraciones del balance externo suelen tener un período de instalación mayor. Cabe destacar que en varios escenarios clínicos puede existir más de un mecanismo causal.

Aumento de las pérdidas

Pérdidas gastrointestinales

La gastroenteritis aguda es la causa más frecuente de hipopotasemia en la edad pediátrica. Las pérdidas por diarrea son altas (20-50 mEq/L) en comparación con otros fluidos biológicos. Si bien las pérdidas por vómitos o sonda nasogástrica son menores (5-10 mEq/L), estos escenarios se acompañan frecuentemente de alcalosis metabólica, hipovolemia e hiperaldosteronismo secundario, situaciones que propician la pérdida urinaria de potasio.

Pérdidas renales

Como ya fue comentado, la excreción urinaria de potasio se regula en base a la secreción distal por las células principales del túbulo conector y el túbulo colector cortical. El aumento de las pérdidas urinarias puede suceder por diversas causas, que comparten varios mecanismos:

  • Aumento de la actividad mineralocorticoide: en pediatría, la depleción de volumen es la causa más frecuente de pérdida urinaria de potasio, y se produce por hiperaldosteronismo secundario en el marco de la diarrea aguda, los vómitos, el uso prolongado de diuréticos, etc. Menos frecuentemente, puede haber un exceso primario de mineralocorticoides, tanto real como aparente (6).
  • Aumento de la carga de sodio entregada al nefrón distal: diuréticos (furosemida, tiazidas); alcalosis metabólica; acidosis tubular renal proximal (tipo II); cetoacidosis diabética; diuresis osmótica; tubulopatías (síndromes de Fanconi, de Bartter y de Gitelman); lesión de las células tubulares (necrosis tubular aguda, nefritis tubulointersticial, cisplatino).
  • Bajo magnesio corporal: la hipopotasemia es un trastorno que frecuentemente acompaña al bajo magnesio corporal (40%-60% de los casos). Esto se relaciona, en parte, con que algunos de los mecanismos que producen ambos trastornos son compartidos (diarrea aguda, tratamiento diurético, uso de cisplatino, etc.). Sin embargo, el bajo magnesio corporal favorece la excreción urinaria de potasio por aumento de su secreción en el asa ascendente gruesa de Henle, el túbulo conector y el túbulo colector cortical (Figura 3.4). Normalmente, en estos segmentos del nefrón, una fracción del potasio reabsorbido es secretada al líquido tubular a través de los canales luminales ROMK. Esto genera la diferencia de potencial transepitelial necesaria para la reabsorción paracelular de otros cationes, principalmente calcio y magnesio. La actividad del canal ROMK es regulada por el magnesio intracelular. Su presencia disminuye la actividad del canal, mientras que su ausencia la aumenta (v. Figura 3.4). El bajo magnesio intracelular, entonces, favorece la secreción de potasio a favor de su gradiente electroquímico, lo que aumenta las pérdidas urinarias. La hipopotasemia concomitante es relativamente refractaria a la administración de potasio y requiere el aporte del déficit de magnesio para su corrección.
  • Otros mecanismos: mutación activante del canal ENaC (síndrome de Liddle); disrupción epitelial y aumento de la permeabilidad del nefrón distal (anfotericina B); aumento de la secreción de potasio para mantener la electroneutralidad tubular por defecto de la acidificación distal (acidosis tubular renal distal o tipo I).

Diagrama, Esquemático

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Desplazamiento hacia el espacio intracelular

Como ya fue mencionado, el ingreso de potasio al espacio intracelular se debe a la actividad de la bomba Na/K ATPasa. La insulina puede promover el desarrollo de hipopotasemia durante el tratamiento de la cetoacidosis diabética (20) o en el síndrome de realimentación (19), mientras que el uso prolongado de agonistas B2-adrenérgicos (salbutamol) también puede producir hipopotasemia en ciertas ocasiones.

La parálisis periódica hipopotasémica es un trastorno neuromuscular poco frecuente, caracterizado por el desarrollo súbito de debilidad muscular, hipotonía, hiporreflexia e hipopotasemia. Los episodios pueden ser desencadenados por situaciones que aumentan el tono adrenérgico, como el ejercicio físico (o el reposo posejercicio), el frío y el estrés, o bien por la ingesta de hidratos de carbono o alcohol. En la mayoría de los casos, se debe a un defecto en la subunidad a de los canales de calcio dependientes de voltaje presentes en el sistema de túbulos T del músculo esquelético (mutación del gen CACNA1S, herencia autosómica dominante). En ocasiones, puede asociarse con el hipertiroidismo (parálisis periódica tirotóxica). En ambos casos, una serie de corrientes iónicas complejas determinan el ingreso de potasio a las células musculares, que se tornan menos excitables.

Por último, la alcalemia también induce el desplazamiento del potasio hacia el espacio intracelular y puede producir hipopotasemia.

Disminución de los ingresos

La disminución aislada de la ingesta de potasio suele ser una causa poco frecuente de hipopotasemia en niños previamente sanos. Sin embargo, la desnutrición grave y las pérdidas por diarrea frecuentemente coexisten (18). En este escenario, la hipopotasemia es frecuente y se asocia con un aumento marcado de la morbimortalidad. Asimismo, la hipopotasemia puede observarse en niños y adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria.

Manifestaciones clínicas

La presentación clínica varía de acuerdo con la gravedad y el tiempo de instalación. Por lo general, los signos y síntomas se presentan con valores de potasio < 3 mEq/L, salvo que se produzca una caída rápida del potasio plasmático. Las manifestaciones clínicas incluyen:

  • Debilidad y parálisis muscular.
  • Cambios electrocardiográficos y arritmias cardíacas.
  • Alteraciones renales.

Debilidad y parálisis muscular

La debilidad muscular, por lo general, aparece con valores de potasio < 2,5 mEq/L. Afecta inicialmente a los músculos proximales de los miembros inferiores, y luego progresa al tronco y los miembros superiores. Puede acompañarse de hipotonía. Con valores más bajos de potasio (< 2 mEq/L), pueden aparecer síntomas graves (parálisis muscular), con debilidad progresiva que afecta al diafragma y los músculos respiratorios, lo cual conduce al desarrollo de insuficiencia respiratoria aguda. Asimismo, la depleción corporal grave de potasio se asocia con calambres y fasciculaciones musculares, rabdomiolisis y mioglobinuria.

El compromiso del músculo liso del tubo digestivo produce íleo, que clínicamente se manifiesta con distensión y dolor abdominal, anorexia, náuseas, vómitos y constipación. Con menor frecuencia, puede producirse retención aguda de orina.

Cambios electrocardiográficos y arritmias cardíacas

La concentración de potasio afecta el potencial de membrana en reposo y la repolarización de las fibras miocárdicas mediante su efecto sobre la conductancia de la corriente rectificadora de salida (Ik.) que ocurre durante la fase 3 del potencial de acción (la conductancia es proporcional a la concentración de potasio).

En la hipopotasemia, además de disminuir el potencial de reposo (v. Figura 3.2 a), la disminución de la conductancia de Ik, aumenta la duración del potencial de acción y del período refractario, lo que puede asociarse con el desarrollo de arritmias.

Las manifestaciones electrocardiográficas son consecuencia de las alteraciones electrofisiológicas descritas. Varían según la gravedad de la hipopotasemia, pero no poseen una relación directa con los valores de potasio plasmático. Se encuentran únicamente presentes en el 10% de los pacientes con potasio entre 3-3,5 mEq/L, mientras que se observan en más del 80% de los pacientes con potasio < 2,7 mEq/L. Estas incluyen (Figura 3.5 a):

  • Reducción de la amplitud de la onda T.
  • Depresión del segmento ST.

Diagrama

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  • Aparición de ondas U, observadas como pequeñas deflexiones positivas que siguen a la onda T. Son más evidentes en las derivaciones precordiales V2 y V3. En ocasiones, las ondas T y U pueden fusionarse y simular una prolongación del intervalo QT.


  • Con menor frecuencia, puede observarse: prolongación del intervalo PR, aumento de la duración y amplitud de la onda P, ensanchamiento del QRS e inversión de la onda T. En presencia de bajo magnesio corporal, se observa prolongación del intervalo QT, aun en ausencia de ondas U.


Las arritmias que pueden aparecer en la hipopotasemia grave son extrasístoles auriculares o ventriculares, taquicardia ventricular (predominantemente polimorfa) y fibrilación ventricular. El riesgo de arritmias aumenta en presencia de bajo magnesio corporal.

Alteraciones renales

La hipopotasemia persistente o sostenida se asocia con diversas alteraciones de la función renal. No obstante, cabe enfatizar que la capacidad para conservar potasio no se encuentra comprometida, salvo que se trate de un trastorno renal primario o secundario. En la hipopotasemia de origen extrarrenal, el nefrón distal aumenta la reabsorción activa y disminuye la secreción tubular. Esto resulta de utilidad para discriminar entre las causas renales y extrarrenales de hipopotasemia, cuando el diagnóstico no es del todo claro (v. más adelante). Las alteraciones renales asociadas con la hipopotasemia sostenida son las siguientes:

  • Disminución de la capacidad de concentración urinaria: se produce por menor respuesta tubular a la acción de la arginina vasopresina (diabetes insípida nefrogénica). Probablemente, esto se deba a la menor expresión de las acuaporinas 2 en el túbulo colector y a la menor actividad del cotransportador Na/K/2Cl del asa ascendente gruesa de Henle, con la consecuente pérdida de la multiplicación por contracorriente y disminución del gradiente hipertónico medular (1 y 5). Si bien el defecto de concentración suele ser leve, clínicamente puede presentarse con poliuria y polidipsia.


  • Alcalosis metabólica: la disminución del potasio corporal genera una salida neta de este ion hacia el espacio extracelular, que es balanceada eléctricamente por el ingreso neto de protones a la célula. En consecuencia, se produce acidosis intracelular y alcalosis extracelular. En las células del túbulo proximal, la acidosis intracelular estimula la producción de amoníaco (NH3) a partir de la glutamina. El amoníaco puede difundir a la luz tubular para amortiguar la secreción distal de protones (formación de NH₄), o bien difundir hacia a los capilares peritubulares. A su vez, la acidosis intracelular aumenta la secreción de protones al líquido tubular, que favorecen tanto la reabsorción proximal del bicarbonato filtrado como la generación de nuevo bicarbonato en el nefrón distal (formación de NH4). Ambos mecanismos contribuyen con el mantenimiento de la alcalosis metabólica al impedir la excreción urinaria del exceso de bicarbonato. Adicionalmente, la hipopotasemia estimula la actividad de la bomba H/K ATPasa de las células intercalares a del nefrón distal con el fin de disminuir la excreción urinaria de potasio. La actividad de esta bomba produce mayor secreción de protones, que también contribuyen con el mantenimiento de la alcalosis metabólica. Cabe agregar que la acidosis intracelular produce un aumento de la reabsorción de sodio en el túbulo proximal por mayor actividad del intercambiador Na/H.

Nefropatía hipopotasémica: la hipopotasemia crónica produce lesiones vacuolares características (pero inespecíficas) en las células del túbulo proximal y, menos frecuentemente, en las del túbulo distal. Revierten con la repleción del potasio corporal. De sostenerse en el tiempo, estas lesiones pueden progresar a nefritis intersticial, fibrosis y atrofia tubular con formación de quistes, más frecuentes en la médula renal.

Evaluación diagnóstica

En la mayoría de los casos, la situación clínica que condujo al desarrollo de la hipopotasemia permite identificar su causa, que, por lo general, se trata de una gastroenteritis aguda asociada o no con disminución del volumen efectivo circulante e hiperaldosteronismo secundario.

Cuando la causa no se encuentra claramente establecida, una anamnesis completa (historial de crecimiento, tipo de dieta, pérdidas digestivas, diuresis, uso de medicación, antecedentes familiares y personales, etc.) junto con un examen físico exhaustivo y ordenado (que incluya la toma de la presión arterial) permiten aproximar la causa y evaluar la presencia de signos y síntomas compatibles con hipopotasemia. A su vez, conjuntamente con la determinación del potasio plasmático, se recomienda realizar las siguientes determinaciones de laboratorio iniciales:

  • Estado ácido-base, ionograma plasmático y urinario.
  • Calcio, fósforo y magnesio.
  • Urea y creatinina plasmáticas; creatinina urinaria.

Ante la presencia de signos o síntomas de hipopotasemia, si esta es moderada o grave, o bien si existe la sospecha clínica de que el paciente se encuentre en riesgo arritmogénico, se sugiere realizar un electrocardiograma (ECG) para evaluar posibles alteraciones electrofisiológicas, así como su magnitud, con el fin de orientar el tratamiento.

Valoración de las pérdidas renales

Cuando la causa de la hipopotasemia sea incierta, se sugiere valorar si se debe o no al aumento de las pérdidas renales. Para tal fin, se recomiendan los siguientes métodos.

Potasio urinario en muestra única. Este método simple resulta útil como una aproximación inicial. Un valor < 15-20 mEq/L es esperable cuando el potasio plasmático es < 3 mEq/L y existe indemnidad de la función tubular. Valores más elevados son sugestivos de pérdidas renales de este ion por exceso de la actividad mineralocorticoide u otra causa. Empero, se debe tener en consideración que esta determinación es válida cuando el paciente se encuentra euvolémico, pues durante la contracción de volumen disminuye la carga de sodio entregada al nefrón distal. Asimismo, puede resultar engañosa en el marco de la poliuria y la oliguria (8), dado que su valor se encuentra relacionado con el contenido de agua en la orina.

Cálculo del GTTK. Como fue mencionado, el potasio en muestra única se encuentra influenciado por el estado de concentración o dilución de la orina. Para corregir el potasio urinario a la reabsorción de agua libre en el túbulo colector, se calcula el GTTK (v. Figura 3.2 a), que permite valorar la existencia y la magnitud de la acción mineralocorticoide en el túbulo distal. Para que la interpretación de este método sea apropiada, la osmolalidad urinaria debe ser mayor que la plasmática y debe existir un adecuado aporte distal de sodio (Na urinario > 25 mEq/L). Valores de GTTK bajos (menor a 5 en lactantes y menor a 4 en niños mayores) indican ausencia de actividad mineralocorticoide (pérdidas extrarrenales o desplazamiento transcelular), mientras que valores > 7 indican presencia de actividad mineralocorticoide.

Cociente K urinario/creatinina urinaria (U/Ucr) en muestra única de orina. Es un método de uso creciente que se basa en la excreción constante de la creatinina, lo que permite eliminar, al igual que con el GTTK, la influencia de la concentración o dilución de la orina. La determinación de este cociente debe realizarse en pacientes con función renal normal. En presencia de hipopotasemia, un valor < 15 mEq/gramo implica pérdidas gastrointestinales o desplazamiento transcelular. Mientras que un valor > 15 mEq/gramo sugiere pérdidas renales de potasio por aumento de la actividad mineralocorticoide, disfunción tubular u otras causas.

Cálculo de la FEK (v. Figura 3.2 b). Representa la proporción entre la cantidad de potasio excretada y filtrada, en presencia de un filtrado glomerular constante y normal. En la hipopotasemia, un valor < 6% es sugestivo de una adecuada función tubular y orienta hacia el origen extrarrenal del trastorno. Sin embargo, su interpretación varía de acuerdo con la carga de sodio entregada al nefrón distal y el grado de concentración o dilución urinaria.

Evaluaciones adicionales

En aquellos casos en los que se hayan documentado pérdidas renales de potasio sin una etiología clara, se recomienda continuar la evaluación diagnóstica en base a la presión arterial del paciente.

En los pacientes hipertensos se sugiere determinar las concentraciones plasmáticas de renina y aldosterona:

  • El aumento exclusivo de la aldosterona es sugestivo de hiperaldosteronismo primario (alteraciones de la glándula suprarrenal). Estos trastornos suelen acompañarse de alcalosis metabólica (6).
  • Si tanto la renina como la aldosterona plasmáticas son normales, puede tratarse de la actividad de un mineralocorticoide distinto de la aldosterona (exceso aparente de mineralocorticoides, 6), o bien ser el caso del síndrome de Liddle (48.4).

En los pacientes con presión arterial normal, la evaluación estriba sobre la situación ácido-básica acompañante:

  • Con acidosis metabólica: acidosis tubular renal tipo I o tipo II (hiperclorémicas, 7); cetoacidosis diabética (con aumento del anión GAP).
  • Con alcalosis metabólica: uso crónico de diuréticos, vómitos persistentes, tubulopatías (síndromes de Bartter y de Gitelman, 48.4).
  • Con estado ácido-base normal: bajo magnesio corporal o diuresis osmótica.

Tratamiento

La urgencia y el tipo de intervención dependen de la causa, la magnitud de la hipopotasemia y, sobre todo, de las manifestaciones clínicas (Algoritmo 3.1). El objetivo de la reposición de potasio es prevenir o tratar situaciones críticas que pueden poner en riesgo la vida del paciente, como arritmias cardíacas, parálisis o debilidad muscular generalizada, rabdomiolisis e insuficiencia respiratoria aguda (por paresia o parálisis diafragmática). Estas manifestaciones, por lo general, se asocian con la hipopotasemia grave. Conjuntamente, se debe detectar y corregir la causa primaria.

Siempre que sea factible, se debe intentar el aporte de potasio por vía oral, dado que representa una vía segura, de rápida absorción y con una eficacia similar a la endovenosa.

Vale aclarar que en algunos casos de hipopotasemia debida exclusivamente al desplazamiento transcelular (p. ej., el uso breve de salbutamol), la corrección o eliminación de la causa primaria suele ser suficiente, salvo que se presenten síntomas graves.

El uso de diuréticos ahorradores de potasio (amiloride) se reserva para ciertas tubulopatías, como los síndromes de Bartter o de Gitelman. Asimismo, en los pacientes con hiperaldosteronismo primario puede ser beneficioso el uso de espironolactona.

Diagrama

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Hipopotasemia asintomática o con síntomas leves

Hipopotasemia leve

Por lo general, es asintomática, y el aporte de potasio por vía oral es de elección. Suele ser suficiente con la corrección de la causa primaria y el aporte oral con alimentos ricos en potasio. En caso de ser necesaria la suplementación, se recomienda administrar 2-5 mEq/kg/día repartidos en 3-4 tomas diarias (dosis máxima 40 mEq/dosis). Pueden utilizarse el cloruro de potasio 3M (1 mL = 3 mEq) o el gluconato de potasio (15 mL = 20 mEq).

Si el paciente no tolera o tiene contraindicada la vía oral, el potasio debe administrarse a través de un plan de hidratación parenteral (1), a una concentración entre 40-60 mEq/L y con un flujo que no supere los 0,5 mEq/kg/hora (por lo general, los flujos suelen ser mucho menores).

Hipopotasemia moderada y grave

En ausencia de síntomas graves, el aporte de potasio por vía oral es de elección. La dosis es de 1-1,5 mEq/kg/dosis (dosis máxima 40 mEq/dosis). El preparado recomendado es el cloruro de potasio 3M (1 mL = 3 mEq), dado que logra ascensos más rápidos del potasio plasmático. Luego, la dosis de mantenimiento es de 4-8 mEq/kg/día cada 6 a 8 horas, que debe ajustarse según la causa, evolución clínica y las determinaciones del potasio plasmático.

Si el paciente no tolera o tiene contraindicada la vía oral, el potasio debe administrarse a través de un plan de hidratación parenteral, a una concentración entre 40-60 mEq/L y con flujos menores a 0,5 mEq/kg/hora.

Por la elevada asociación con síntomas graves, en pacientes con potasio plasmático < 2 mEq/L se recomienda el aporte endovenoso (EV) rápido de potasio (v. más adelante).

Hipopotasemia con síntomas graves

Como fue mencionado, los síntomas graves (arritmias cardíacas, parálisis o debilidad muscular generalizada, rabdomiolisis, insuficiencia respiratoria aguda) representan una emergencia médica, ya que pueden poner en riesgo la vida del paciente. En este escenario, el tratamiento debe ser instaurado de inmediato, y es prioritario por sobre cualquier evaluación diagnóstica.

Para revertir esta situación de riesgo, además de asegurar la vía aérea, la ventilación y la perfusión, se debe corregir la hipopotasemia mediante el aporte EV rápido de potasio:

  • Dosis: 1 mEq/kg/dosis (dosis máxima 40 mEq).
  • Tiempo de infusión: 1-3 horas (flujo de potasio 0,33-1 mEq/kg/hora).
  • Preparación: cloruro de potasio 3M (1 mL = 3 mEq de potasio) diluido en solución salina al 0,9% (las soluciones con dextrosa pueden empeorar la hipopotasemia al estimular la secreción de insulina).
  • Concentración: 40-60 mEq/L por acceso vascular periférico (concentraciones mayores pueden ocasionar flebitis); 120-150 mEq/L por acceso vascular central.
  • Controles: se sugiere colocar un monitor multiparamétrico y establecer un control clínico estricto durante toda la infusión. Tras 40-60 minutos de finalizada la infusión, se recomienda determinar nuevamente el potasio plasmático.

Como fue mencionado, por la elevada asociación con síntomas graves, también se recomienda el aporte EV rápido de potasio con valores de potasio plasmático < 2 mEq/L. Si el riesgo de vida es alto, se sugiere manejar al paciente en la unidad de cuidados intensivos pediátricos (UCIP). Esto también es recomendable cuando se deciden emplear altos flujos EV de potasio (1-2 mEq/kg/hora).

Asimismo, no es aconsejable administrar otras infusiones parenterales en simultáneo (por una segunda vía o por el lumen adicional de un catéter central) mientras dure la infusión EV de potasio.

Cabe recordar que el bajo magnesio corporal, que frecuentemente acompaña a la hipopotasemia, puede ser responsable de la ausencia de respuesta al aporte EV de potasio (por aumento de su excreción urinaria). En esta situación se debe corregir el déficit de magnesio, aun con magnesio plasmático normal (4).

Una vez completado el aporte EV rápido de potasio, la necesidad de un nuevo aporte depende de la persistencia de los síntomas y del valor plasmático alcanzado. De acuerdo con la situación clínica, se debe asegurar un aporte posterior de 4-8 mEq/kg/día, ya sea por vía oral o parenteral.

Ejemplo clínico

Paciente de 10 kg que presenta hipopotasemia por diarrea aguda, asociada con síntomas graves. Una vez aseguradas la vía aérea, la ventilación y la perfusión, se administra un aporte EV rápido de potasio:

  • Dosis: 10 mEq (1 mEq/kg/dosis) = 3,3 mL de cloruro de potasio 3M.
  • Tiempo de infusión: 2 horas (flujo de potasio 0,5 mEq/kg/hora).
  • Concentración 60 mEq/L:
    • 60 mEq de potasio: 1000 mL de solución salina al 0,9%.
    • 10 mEq de potasio: 167 mL de solución salina al 0,9%.
  • Indicación a enfermería:
    • Cloruro de potasio 3M: 3,3 mL.
    • Solución salina al 0,9%: 167 mL.
    • Goteo: 85 mL/h (2 horas de infusión).
    • Monitoreo multiparamétrico y control clínico estricto durante toda la infusión. Tras 40-60 minutos de finalizada, evaluar el valor de potasio plasmático.

Hiperpotasemia

Es uno de los trastornos electrolíticos más graves, dado que puede provocar arritmias ventriculares potencialmente mortales en pocos minutos. Se considera que la hiperpotasemia es clínicamente significativa cuando el potasio plasmático es > 5,5 mEq/L.

De acuerdo con su magnitud, se la clasifica en:

  • Hiperpotasemia leve: potasio entre 5,5-6 mEq/L.
  • Hiperpotasemia moderada: potasio entre 6-7 mEq/L.
  • Hiperpotasemia grave: potasio > 7 mEq/L.

Si bien es un trastorno menos frecuente que en la edad adulta, la hiperpotasemia grave o sintomática requiere ser tratada en forma inmediata para evitar complicaciones que pongan en riesgo la vida del paciente.

Causas

En términos generales, la hiperpotasemia puede ser el resultado de tres mecanismos principales:

  • Desplazamiento hacia el espacio extracelular.
  • Disminución de la excreción renal.
  • Aumento de los ingresos.

La hiperpotasemia aguda suele estar relacionada con la transferencia de potasio al espacio extracelular, mientras que la hiperpotasemia persistente suele asociarse con alguna alteración subyacente de la excreción renal. Cabe destacar que más de un mecanismo puede estar presente en diversos escenarios clínicos.

La seudohiperpotasemia se produce cuando la muestra de sangre se encuentra hemolizada, lo cual sucede frecuentemente en pediatría por la dificultad en la extracción de sangre. Por esta razón, salvo ante la presencia de síntomas o alteraciones electrocardiográficas características (v. más adelante), se recomienda confirmar el valor de potasio con una nueva determinación. Asimismo, el potasio puede ser mayor en el suero de la muestra que en el plasma del paciente en la trombocitosis (aumenta 0,15 mEq/L por cada 100000/mm³ plaquetas por encima del valor normal) o en la leucocitosis marcada (> 50000-200000/mm³). Esto se produce por la liberación de potasio durante el proceso de formación del coágulo.

 

Diagrama, Esquemático

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Desplazamiento hacia el espacio extracelular

Lesión y destrucción celular

La ruptura celular y tisular produce la liberación de grandes cantidades de potasio al espacio extracelular. Según la extensión y velocidad del proceso, esto pude ocasionar un rápido ascenso del potasio plasmático hasta valores críticos (> 7-8 mEq/L), con las consecuentes alteraciones miocárdicas y neuromusculares.

Las causas más frecuentes en pediatría son: rabdomiolisis traumática (politraumatismo, colisión vehicular, etc.); síndrome de lisis tumoral (63) y hemólisis grave. En adolescentes puede haber lesión muscular y rabdomiolisis por la realización de ejercicio físico extenuante.

Acidosis metabólica e hiperosmolalidad

El efecto de la acidosis metabólica sobre el desplazamiento transcelular de potasio ya fue comentado. La hipertonicidad extracelular induce el desplazamiento de agua desde el interior de las células hacia el espacio extracelular. Durante este movimiento, las fuerzas de fricción entre el agua y los solutos generan que el potasio se transporte junto con el agua a través de la membrana plasmática, en un proceso conocido como arrastre por solvente (solvent drag). Asimismo, la salida de agua desde el espacio intracelular concentra el potasio en este compartimiento. El aumento concomitante de su gradiente electroquímico lo moviliza pasivamente hacia el espacio extracelular a través de canales iónicos específicos. En la cetoacidosis diabética, p. ej., se combinan la acidosis metabólica, la hiperosmolalidad (hiperglucemia) y el déficit de insulina (menor actividad de la bomba Na/K ATPasa), que favorecen el aumento del potasio extracelular. Sin embargo, el aumento de la excreción urinaria de este ion produce una marcada reducción del potasio corporal en esta entidad (20).

Disminución de la excreción renal

Como fue mencionado, la excreción urinaria de potasio se regula en base a los mecanismos de secreción distal (Figura 3.6). Estos se encuentran comprometidos cuando la TFG cae por debajo de 20-30 mL/min/1,73m² (menor entrega de sodio al nefrón distal) o por alteraciones de la función tubular. En la enfermedad renal crónica, p. ej., se combinan ambos mecanismos (72).

La disfunción tubular por resistencia a la aldosterona puede observarse en la uropatía obstructiva, la pielonefritis y en el sufrimiento isquémico de la médula renal (anemia de células falciformes). Asimismo, hay menor actividad mineralocorticoide en el hipoaldosteronismo hiporreninémico, la hiperplasia suprarrenal congénita y la insuficiencia corticosuprarrenal (23). El seudohipoaldosteronismo es una causa menos frecuente. El tipo I se produce por alteración del receptor tubular de la aldosterona (RM) o por mutaciones inactivantes del canal ENaC, mientras que el tipo II (o síndrome de Gordon) se produce por activación de la reabsorción de sodio en el túbulo contorneado distal a través del canal NCC (v. Figura 3.6), que conlleva a una menor entrega de sodio al canal ENaC. Todas estas entidades pueden asociarse con acidosis tubular renal tipo IV o hiperpotasémica.

En la hipovolemia efectiva circulante, el aumento de la reabsorción de sodio y agua en los segmentos proximales del nefrón disminuye la carga de sodio entregada al nefrón distal y, por lo tanto, la secreción de potasio (y protones). En este escenario, aumenta el riesgo de desarrollar hiperpotasemia con el aporte parenteral de este ion.

Ciertos fármacos disminuyen la excreción renal de potasio por interferencia con el sistema renina-angiotensina-aldosterona. Los más relevantes son los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina II (IECA), los antagonistas de los receptores de angiotensina II y los diuréticos ahorradores de potasio (espironolactona). Estos fármacos suelen ser utilizados en pacientes con disfunción renal o cardiovascular primaria, por lo que el riesgo de hiperpotasemia aumenta gracias a la coexistencia de una menor TFG o de hipovolemia efectiva circulante. A su vez, se describen otros fármacos relacionados con este mecanismo: B-bloqueantes y ciclosporina (inhibición de la secreción de renina), tacrolimus (activación indirecta del canal NCC y menor entrega de sodio al canal ENaC); heparina (el uso crónico inhibe la síntesis de aldosterona) y altas dosis de digoxina (inhibe la bomba Na/K ATPasa).

Aumento de los ingresos

En niños sanos, los mecanismos vinculados con el balance externo e interno de potasio son capaces de amortiguar el aumento del potasio extracelular tras una ingesta elevada de este ion. Por lo tanto, es una causa poco frecuente de hiperpotasemia en la edad pediátrica. Sin embargo, la entrega de cantidades exageradamente altas de potasio por vía parenteral (planes de hidratación, nutrición parenteral, medicación endovenosa o transfusiones masivas) puede conducir al desarrollo de hiperpotasemia, particularmente si hay compromiso de la función renal o contracción del volumen efectivo circulante.

Manifestaciones clínicas

La presentación clínica varía según la gravedad y el tiempo de instalación. En la mayoría de los casos, la hiperpotasemia suele ser leve o moderada, es un hallazgo de laboratorio y se presenta asintomática u oligosintomática. Las manifestaciones más graves son las arritmias cardíacas, que suelen aparecer con potasio plasmático > 7 mEq/L (hiperpotasemia grave), o con un valor menor si el aumento del potasio fue rápido. Asimismo, puede haber trastornos neuromusculares como debilidad y parálisis muscular.

Se debe tener en consideración que los pacientes con hiperpotasemia leve o moderada pueden tener alteraciones electrocardiográficas, aun en ausencia de otras manifestaciones clínicas. Por esta razón, de confirmarse la hiperpotasemia, siempre se recomienda realizar un ECG, dado que la presencia de estas alteraciones posee implicancias terapéuticas (v. más adelante).

Debilidad y parálisis muscular

La debilidad muscular por lo general es ascendente. Comienza en los miembros inferiores y progresa hacia el tronco y los miembros superiores. Puede asociarse con hipotonía y parestesias, y devenir en parálisis muscular.

Cambios electrocardiográficos y arritmias cardíacas

La toxicidad cardíaca usualmente precede a las manifestaciones neuromusculares. Como fue mencionado, el aumento del potasio plasmático tiene implicancias sobre el potencial de membrana en reposo y la repolarización.

La despolarización parcial de la membrana (v. Figura 3.2 a) ejerce un efecto bifásico sobre la excitabilidad miocárdica y la velocidad de conducción. Inicialmente, la excitabilidad y la velocidad de conducción aumentan a medida que el potencial de reposo se acerca al potencial umbral. Asimismo, se acelera la repolarización por la activación de la corriente rectificadora de salida (I.). El efecto neto es que mientras que el potasio plasmático aumenta, la duración del potencial de acción se acorta, lo cual se manifiesta como ondas T simétricas y picudas en el ECG.

Aumentos adicionales del potasio extracelular reducen la velocidad de conducción (prolongación del intervalo PR y del QRS) y aumentan el período refractario, lo que puede impedir el desarrollo de un nuevo potencial de acción y promueve los bloqueos de conducción. A medida que la despolarización se fusiona con la repolarización precoz, puede haber acortamiento del intervalo QT (y aparente elevación del segmento ST), desaparición de la onda P y supresión de la conducción aurículo-ventricular, que resulta en ritmos de escape.

Los cambios electrocardiográficos se relacionan no solo con el valor del potasio plasmático, sino también con la velocidad con la que se haya producido su aumento. Estos son (v. Figura 3.5 b):

  • Potasio entre 5,5-6,5 mEq/L: ondas T picudas y simétricas, con base angosta.
  • Potasio entre 6,5-8 mEq/L: ondas T picudas, prolongación de intervalo PR, disminución de la amplitud o desaparición de la onda P, ensanchamiento del QRS.
  • Potasio > 8 mEq/L: ausencia de la onda P, ensanchamiento progresivo del QRS, que puede fusionarse con la onda T en un patrón o morfología sinusoidal, arritmias o asistolia.

Las arritmias van desde bloqueos de conducción y fibrilación auricular hasta taquicardia ventricular y fibrilación ventricular. Como fue mencionado, suelen observarse con valores > 7 mEq/L. No obstante, pueden aparecer con valores más bajos cuando la hiperpotasemia se instala rápidamente (p. ej., en el síndrome de lisis tumoral).

La sensibilidad y especificidad de los cambios en el ECG son bajas, por lo que su ausencia no excluye la necesidad de instaurar un tratamiento urgente ante el aumento significativo del potasio plasmático (v. más adelante).

Manejo

Dado que la hiperpotasemia es un trastorno que puede poner en riesgo la vida del paciente, el manejo terapéutico tiene lugar por sobre cualquier evaluación diagnóstica. En la mayoría de los casos, los antecedentes, la anamnesis y el examen físico son concluyentes y permiten arribar a la causa.

La urgencia y el tipo de intervención dependen de la magnitud de la hiperpotasemia, la velocidad de ascenso del potasio plasmático, las manifestaciones clínicas y los hallazgos electrocardiográficos (Algoritmo 3.2). De acuerdo con la gravedad del paciente, puede optarse por su manejo en la UCIP. Las medidas generales incluyen la estabilización eléctrica del miocardio, disminuir el potasio extracelular, reducir el potasio corporal total, disminuir el ingreso de potasio y corregir la causa primaria.

Cabe remarcar que la hiperpotasemia puede poner en riesgo la vida del paciente, aun en ausencia de alteraciones en el ECG. Cerca de la mitad de los pacientes con potasio > 6 mEq/L poseen un ECG normal. Por otro lado, ante la presencia de un potasio plasmático elevado en pacientes asintomáticos que clínicamente poseen bajas probabilidades de tener hiperpotasemia, se recomienda repetir la muestra por la posibilidad de que se trate de una seudohiperpotasemia

Diagrama

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Tratamiento de emergencia en pacientes de alto riesgo

Los pacientes de alto riesgo que requieren tratamiento inmediato son los siguientes:

  • Pacientes con alteraciones electrocardiográficas, arritmias o síntomas neuromusculares.
  • Pacientes asintomáticos con hiperpotasemia grave (potasio > 7 mEq/L).
  • Pacientes asintomáticos con hiperpotasemia moderada (potasio 6-7 mEq/L) con aumento rápido del potasio plasmático (síndrome de lisis tumoral, rabdomiolisis traumática).

En primer lugar, se debe asegurar la vía aérea, la ventilación y la perfusión. Asimismo, se sugiere colocar un monitor multiparamétrico o realizar monitoreo electrocardiográfico continuo durante todo el manejo.

Las medidas terapéuticas incluyen la estabilización eléctrica de la membrana miocárdica y el desplazamiento de potasio al espacio intracelular. Estas medidas son transitorias, por lo que de ser necesario pueden repetirse, y deben continuarse con otras que promuevan la excreción de potasio para reducir el contenido corporal de este ion (v. más adelante). En caso de ser posible, también deben acompañarse del tratamiento de la causa subyacente.

Estabilización eléctrica de la membrana miocárdica

La administración EV de calcio disminuye la excitabilidad miocárdica al contribuir con la separación de los potenciales de reposo y umbral (v. Figura 3.3 a). Esto disminuye el riesgo de trastornos de la conducción y arritmias. Puede utilizarse el gluconato de calcio al 10% o el cloruro de calcio al 10%:

  • Gluconato de calcio al 10%: es el preparado de elección. La dosis es de 0,5-1 mL/kg (dosis máxima 10 mL). Se administra en 5-10 minutos (velocidad de infusión 0,5-1 mL/min) con control de la frecuencia cardíaca (FC) y la presión arterial (puede producir bradicardia e hipotensión). Si la FC disminuye a menos del 20%-25% del valor de base, disminuir la velocidad de infusión o suspenderla. Puede administrarse puro o diluido en solución salina al 0,9% o dextrosa al 5%. El efecto terapéutico comienza 1-3 minutos luego de la infusión, y dura alrededor de 30-60 minutos. Si la arritmia o los trastornos del ECG persisten, puede repetirse la dosis. La extravasación produce necrosis tisular.

Cloruro de calcio al 10%: se recomienda utilizarlo a través de una vía central, dado que puede ser muy irritante si se administra por una vía periférica. Por lo general, es utilizado cuando hay inminencia de paro cardíaco o paro cardíaco establecido porque eleva más rápidamente el calcio plasmático (contiene mayor cantidad de calcio por mL que el gluconato de calcio). La dosis es de 0,1-0,3 mL/kg (dosis máxima 3 mL). Se administra en 10 minutos, con control de la FC. Puede administrarse puro o diluido en solución salina al 0,9% o dextrosa al 5%. La extravasación produce necrosis tisular.

Desplazamiento de potasio al espacio intracelular

La combinación de insulina con glucosa es el método de elección para inducir el desplazamiento transcelular de potasio. Otras estrategias incluyen la administración inhalada de agonistas B-adrenérgicos (salbutamol) y la infusión EV de bicarbonato de sodio:

  • Insulina + glucosa: se administran 0,1 U/kg de insulina corriente (dosis máxima 10 U) junto con 0,5 g/kg de glucosa (5 mL/kg de un dextrosado al 10%) en goteo EV durante 30-60 minutos. El efecto terapéutico comienza a los 10-20 minutos, y tiene un pico a los 30-60 minutos. La glucosa se emplea para prevenir la hipoglucemia. Se recomienda medir la glucemia una hora luego de la administración de insulina.
  • Agonistas B-adrenérgicos inhalados: son una alternativa a la infusión EV de insulina con glucosa cuando no se dispone de un acceso vascular seguro. No se recomiendan en pacientes con arritmias preexistentes. En pacientes < 25 kg se administran 2,5 mg de salbutamol nebulizado (0,5 mL o 10 gotas) en 2-3 mL de solución salina al 0,9% en 10 minutos. En pacientes > 25 kg se administran 5 mg de salbutamol nebulizado (1 mL o 20 gotas) en 2-3 mL de solución salina al 0,9% en 10 minutos. El salbutamol también puede administrarse mediante inhalador de dosis medida con aerocámara, 4-8 aplicaciones (1 aplicación= 100 µg). El efecto terapéutico comienza a los 20-30 minutos y tiene una duración de 2-4 horas. A los 60 minutos de administrado, el potasio plasmático puede descender 0,5-1,5 mEq/L. Posee un efecto aditivo cuando se lo utiliza junto con la insulina. Asimismo, puede utilizarse luego de la insulina en pacientes en los que no hubo respuesta terapéutica. Puede producir taquicardia y temblores musculares.
  • Bicarbonato de sodio: es una opción ante la presencia de acidosis metabólica. Sin embargo, su utilidad clínica es cuestionada y no se lo recomienda como único tratamiento para inducir el desplazamiento transcelular de potasio. Se administran 1-2 mEq/kg EV (dosis máxima 50 mEq) en 10-15 minutos. El efecto terapéutico comienza 1-3 minutos luego de la infusión.

Controles durante el tratamiento

El control clínico estricto y el monitoreo cardiovascular continuo deben acompañar el tratamiento de emergencia. El potasio plasmático se debe determinar 1-2 horas luego del comienzo del tratamiento. Las determinaciones posteriores dependen del valor de potasio, la evolución clínica y la respuesta terapéutica. En pacientes que recibieron insulina con glucosa, se debe controlar la glucemia en forma horaria por las primeras 4-6 horas, para detectar precozmente el desarrollo de hipoglucemia.

El tratamiento de emergencia puede repetirse ante la falta de respuesta terapéutica:

  • Potasio > 7 mEq/L.
  • Persistencia de las alteraciones del ECG, arritmias o síntomas neuromusculares.
  • Aumento continuo del potasio plasmático.
  • Si la respuesta fue adecuada, a continuación se deben implementar medidas que promuevan la excreción corporal de potasio (furosemida o resinas de intercambio).

Tratamiento de la hiperpotasemia leve y moderada asintomáticas

Los pacientes de este grupo se presentan asintomáticos, con ECG normal y no se encuentran en riesgo de desarrollar un aumento rápido del potasio plasmático. El tratamiento debe ser implementado oportunamente, pero no representa una emergencia. Se fundamenta en la detección y tratamiento de la causa subyacente, la disminución del ingreso de potasio y la implementación de medidas para remover el exceso corporal de este ion. Ejemplos de algunas causas reversibles que pueden producir hiperpotasemia son:

  • Hipovolemia efectiva circulante, que se corrige con la reposición adecuada del volumen intravascular (11 y 12).
  • Hiperplasia suprarrenal congénita o insuficiencia corticosuprarrenal (23), que se corrigen con el tratamiento hormonal de reemplazo.
  • Uso de medicación (p. ej., IECA o espironolactona), que se corrige con la disminución de la dosis o al retirar el tratamiento.
  • Uso de infusiones parenterales con cantidades anormalmente altas de potasio, que deben ser suspendidas.
  • Acidosis metabólica o estados hipertónicos, que deben ser correctamente tratados.

Hiperpotasemia leve (potasio entre 5,5-6 mEq/L)

En este escenario, por lo general, suele ser suficiente con el manejo de la causa y la disminución del ingreso de potasio en la dieta.

Hiperpotasemia moderada (potasio entre 6-7 mEq/L)

Además del manejo de la causa y disminuir el ingreso de potasio, es necesario promover su excreción. Esto puede realizarse a través de las siguientes modalidades:

  • Furosemida: este diurético aumenta la excreción renal de potasio en pacientes con función renal conservada y volumen efectivo circulante normal. Asimismo, puede ser utilizado en la hiperpotasemia persistente por hipoaldosteronismo. La dosis empleada es de 1 mg/kg (dosis máxima 40 mg). El comienzo de acción es a los 5 minutos y la duración del efecto es entre 4-6 horas. Si hay respuesta terapéutica, puede ser utilizada cada 6 horas.
  • Resinas de intercambio: el sulfato de poliestireno sódico es la resina de intercambio catiónico más utilizada. Intercambia sodio por potasio en la luz intestinal, y el potasio es eliminado con la materia fecal. Puede ser utilizada por vía oral o rectal en pacientes sin patología digestiva ni administración concomitante de opioides. La dosis es de 1 g/kg (dosis máxima 30 g) cada 6 horas. Por vía oral se administra con 3-4 mL de agua por cada gramo. Por vía rectal se administra con 3-4 mL de un dextrosado al 10% por cada gramo, en enema a retener por 30-60 minutos. El efecto terapéutico comienza luego de 1-2 horas de la administración, y tiene una duración de 4-6 horas.
  • Diálisis: En pacientes que no responden al tratamiento con diuréticos o resinas de intercambio, o bien aquellos con compromiso grave de la función renal, puede ser necesario el tratamiento dialítico. La hemodiálisis suele ser la modalidad de elección, y es un método seguro y efectivo. La diálisis peritoneal puede considerarse como alternativa en lactantes.

 

Hiperpotasemia crónica

  • Suele producirse en el marco de la enfermedad renal crónica (72). El manejo se fundamenta en disminuir el potasio de la dieta, el uso de diuréticos de asa, la corrección de la acidosis metabólica y evitar fármacos que aumentan el potasio plasmático (espironolactona, IECA, antagonistas de los receptores de angiotensina II). Si estas medidas resultan insuficientes, se debe considerar la terapia dialítica.